Shell y sus inversiones

Tranformarse en una petrolera integrada y convertirse en un jugador fuerte en el negocio del gas, son los objetivos. Y las acciones de Shell CAPSA, la filial argentina de la petrolera están orientadas en ese sentido. Ubicada en el lugar sexto del ránking y con una facturación de 1.800 millones al 31 de diciembre de 1999, la petrolera anglo-holandesa busca –en el mediano y largo plazo– revertir su mix de ingresos que, ahora, están basados mayoritariamente en las ventas minoristas de combustibles. En el desglose, el segmento retail representa 74 por ciento. Le siguen, en importancia, las ventas industriales (14,3 por ciento), exploración y producción (1,5 por ciento). El resto se completa con químicos, forestación y actividades varias.
“La apuesta al upstream es una decisión de todo el Grupo Shell, no sólo de CAPSA. La intención es reposicionarse e invertir en el upstream para tener una cartera mucho más balanceada”, explica Juan B. Sabogal, vicepresidente de Asuntos Corporativos para la región Cono Sur.
El proceso arrancó entre 1998 y 1999 con el desembolso de unos 470 millones de dólares para la adquisición de tres áreas en la cuenca Noroeste. Hasta ahora, sólo uno de los yacimientos produce y se espera que la perforación en el resto pueda arracar en julio. La idea es abastecer al mercado local –en donde Repsol-YPF manda–, y luego juntar este negocio con la participación que Shell ya tiene en el tramo brasileño del gasoducto que une a ese país con la Argentina.
Mientras tanto, esperan que el segmento del downstream mejore durante este año, con relación a 1999. Por ser una empresa no integrada, Shell no pudo aprovechar la suba del valor del crudo y compensar por esa vía la caída en las ventas de nafta (-6,5 por ciento), del gasoil (-0,9 por ciento) y de lubricantes (-11 por ciento) que experimentó toda la industria. “Es difícil distinguir entre el efecto puro de la recesión y la sustitución por gasoil. El mercado argentino está viendo un fenómeno de dieselización”, advierte Sabogal. Con casi 22 por ciento del mercado argentino de naftas, Shell se ubica en el segundo lugar del segmento minorista. Tiene 1.154 estaciones de servicio que llevan sus colores y poco más de 100, son propias.
En los planes de este año hay una inversión total prevista de 148,2 millones de dólares, de los cuales poco más de la mitad va a refinación y comercialización. El área de exploración y producción se llevará 54,5 millones y el resto va a forestación, un sector en el que la petrolera entró hace un par de años en la Argentina en consonancia con una decisión a escala internacional de la corporación. Este proyecto también responde a la estrategia mundial del Shell y se espera que los primeros resultados recién se vean en 2005.
En cuanto a la posible adquisición, por parte de la empresa, de alguna petrolera local, una versión recurrente en el mercado, Sabogal define: “Esta puede parecer una respuesta muy política, pero es verdad. Shell era la número uno en tamaño y pensar en un merge es complicado porque hay que buscar sinergias. Las fusiones deben dar un valor agregado. se estudiaron algunas opciones a nivel internacional y eso incluye a la Argentina. La empresa no descarta nada, pero tampoco tiene apuro y no sería de extrañar que compre una compañía en Canadá, Japón o la Argentina”.

A.R.P.


Lo que no fue

De haber tenido la oportunidad y no haber mediado una indicación expresa del Gobierno, Shell hubiera analizado la compra de dos o tres estaciones de la cadena Eg3 de las que Repsol-YPF debe desprenderse.

Tranformarse en una petrolera integrada y convertirse en un jugador fuerte en el negocio del gas, son los objetivos. Y las acciones de Shell CAPSA, la filial argentina de la petrolera están orientadas en ese sentido. Ubicada en el lugar sexto del ránking y con una facturación de 1.800 millones al 31 de diciembre de 1999, la petrolera anglo-holandesa busca –en el mediano y largo plazo– revertir su mix de ingresos que, ahora, están basados mayoritariamente en las ventas minoristas de combustibles. En el desglose, el segmento retail representa 74 por ciento. Le siguen, en importancia, las ventas industriales (14,3 por ciento), exploración y producción (1,5 por ciento). El resto se completa con químicos, forestación y actividades varias.
“La apuesta al upstream es una decisión de todo el Grupo Shell, no sólo de CAPSA. La intención es reposicionarse e invertir en el upstream para tener una cartera mucho más balanceada”, explica Juan B. Sabogal, vicepresidente de Asuntos Corporativos para la región Cono Sur.
El proceso arrancó entre 1998 y 1999 con el desembolso de unos 470 millones de dólares para la adquisición de tres áreas en la cuenca Noroeste. Hasta ahora, sólo uno de los yacimientos produce y se espera que la perforación en el resto pueda arracar en julio. La idea es abastecer al mercado local –en donde Repsol-YPF manda–, y luego juntar este negocio con la participación que Shell ya tiene en el tramo brasileño del gasoducto que une a ese país con la Argentina.
Mientras tanto, esperan que el segmento del downstream mejore durante este año, con relación a 1999. Por ser una empresa no integrada, Shell no pudo aprovechar la suba del valor del crudo y compensar por esa vía la caída en las ventas de nafta (-6,5 por ciento), del gasoil (-0,9 por ciento) y de lubricantes (-11 por ciento) que experimentó toda la industria. “Es difícil distinguir entre el efecto puro de la recesión y la sustitución por gasoil. El mercado argentino está viendo un fenómeno de dieselización”, advierte Sabogal. Con casi 22 por ciento del mercado argentino de naftas, Shell se ubica en el segundo lugar del segmento minorista. Tiene 1.154 estaciones de servicio que llevan sus colores y poco más de 100, son propias.
En los planes de este año hay una inversión total prevista de 148,2 millones de dólares, de los cuales poco más de la mitad va a refinación y comercialización. El área de exploración y producción se llevará 54,5 millones y el resto va a forestación, un sector en el que la petrolera entró hace un par de años en la Argentina en consonancia con una decisión a escala internacional de la corporación. Este proyecto también responde a la estrategia mundial del Shell y se espera que los primeros resultados recién se vean en 2005.
En cuanto a la posible adquisición, por parte de la empresa, de alguna petrolera local, una versión recurrente en el mercado, Sabogal define: “Esta puede parecer una respuesta muy política, pero es verdad. Shell era la número uno en tamaño y pensar en un merge es complicado porque hay que buscar sinergias. Las fusiones deben dar un valor agregado. se estudiaron algunas opciones a nivel internacional y eso incluye a la Argentina. La empresa no descarta nada, pero tampoco tiene apuro y no sería de extrañar que compre una compañía en Canadá, Japón o la Argentina”.

A.R.P.


Lo que no fue

De haber tenido la oportunidad y no haber mediado una indicación expresa del Gobierno, Shell hubiera analizado la compra de dos o tres estaciones de la cadena Eg3 de las que Repsol-YPF debe desprenderse.

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