MASTER Exito laboral

Para qué sirve un máster? La oferta de MBAs es abundante, pero un análisis cuidadoso permite hacer la elección correcta y no crear falsas expectativas por parte de los alumnos.

Primero terminar la carrera de grado, después, el training en una empresa reconocida, por último, hacer un master. La secuencia todavía parece la llave del éxito laboral: el posgrado en Administración de Empresas o Negocios es lo que le falta al joven ejecutivo para descollar en su carrera. Y, si antes sólo lo lograban unos pocos con posibilidad de estudiar afuera, hoy la abundante oferta de maestrías locales hace que muchos más se ilusionen con la ecuación, que no siempre es correcta.
Masters sin trabajo o que no logran la retribución o el ascenso laboral deseados son, hoy, un hecho en el mercado de trabajo. La multitud de instituciones que ofrece este tipo de posgrados saben de esta realidad y muchas veces son cómplices de los deseos frustrados de muchos alumnos. Otras, más serias, colaboran con el candidato en evaluar los pros y los contras de una decisión que debe ser tomada a medida, ya que no existen recetas para la totalidad de los casos.
Las exigencias de un master tampoco deben ser desconsideradas al tomar la decisión. Las demandas en tiempo y en dinero -los programas van desde los 14 mil dólares hasta los 30 mil-, son ya altas, sin sumarse a la presión que hoy exige cualquier empresa del mercado a sus ejecutivos.
Para Enrique Herrscher, decano de la Escuela de Administración de IDEA, el peligro es que los masters se transformen en un commodity. En el Instituto evitan ese fenómeno gracias a que "mantenemos un estilo: estrecho contacto con el mundo empresario y un enfoque sistémico". Los datos que recogen entre sus alumnos son reveladores: mientras antes se hacía una maestría por status, hoy se toma la decisión para "sobrevivir en las organizaciones". Si se habla de resultados, "72 por ciento de nuestros egresados consiguió nuevas oportunidades", puntualiza Claudia Altieri, encargada de Marketing de la institución.
En el IAE disponen de dos tipos de MBA: el Executive para quienes tienen experiencia laboral y el full time, destinado a recién egresados de las universidades. "En el primero, la gente viene, en su mayoría, financiada por sus compañías en tiempo y dinero. Así, la empresa apuesta al crecimiento y desarrollo profesional de esa persona. El esfuerzo es compartido", explica Daphnee Mac Grath, directora de Salidas Profesionales.
En el caso del curso full time la apuesta es personal y con sólo un año de experiencia, "el promedio salarial anual obtenido por la primera promoción supera en más de 50 por ciento el valor total del programa, por lo que sería una inversión con retorno de corto plazo", cuenta Mac Grath.
Si bien el Instituto no hace un seguimiento de la carrera de sus alumnos, verifican el éxito de sus programas en el incremento de gente que envía cada empresa año tras año. Por otro lado, los primeros graduados del MBA full time "ya se han reinsertado laboralmente y han logrado mejorar sus posiciones así como también cambiar sus perfiles", según Mac Grath.

Con máster y sin trabajo
Flavio Asch (27 años) está satisfecho de haber concluido un master en Dirección de Empresas en el CEMA. "Fue fundamental para tener un mejor posicionamiento en el mercado", aclara, ahora a cargo de Supervisión de Importaciones y Exportaciones de Monsanto. "Pero conozco gente que ha hecho apuestas similares y está sin trabajo". Asch lo explica por la retracción del mercado laboral y porque quien pasó por las aulas del posgrado exige determinado nivel de remuneración. "Pero quedan fuera del mercado", concluye. En cambio, Carolina Hardoy (28 años), gerente de Nuevos Negocios de 3Com, piensa que no garantiza el ascenso laboral. "Sirve para complementar el perfil y estar preparado para subir".
"Ningún programa Master puede asegurar la continuidad laboral de una persona", asegura Mac Grath. "Es una herramienta más, pero de su perfil personal y de la demanda de puestos que exista en un determinado momento dependerá su reinserción laboral. Es así en todas partes del mundo". El hecho es que a ninguna escuela le hace gracia tener graduados sin empleo, porque allí entra en juego el prestigio académico.
La selección de ingresantes es clave para mantener el nivel del curso y además para prestigiar el master. Por eso, las escuelas eligen cuidadosamente a los alumnos. "Aunque no todas lo hacen verdaderamente", critica Herrscher. "Nosotros sí: no nos interesa maximizar la matrícula, si es en detrimento de la calidad. Somos duros en las entrevistas y el examen consta de 4 partes que evalúan cuatro profesores distintos". De todas maneras, en IDEA, además de aconsejar a algunos interesados a que busquen nuevos horizontes, sufren una "selección natural", que se da en los 3 primeros meses del curso, cuando algunos alumnos perciben que no podrán asumir las exigencias planteadas.
A la hora de decidir entre un programa en el exterior y uno local, hay que tener en cuenta que un programa local permite conocer más de cerca la dinámica de nuestros mercados. "La gente que se mantiene en la región se adapta rápidamente a la cultura organizacional y responde más efectivamente a las situaciones que se presentan", dice Mac Grath. También ayuda la red de contactos, desarrollada a través de largas horas de estudio, que refuerza las gestiones profesionales.
El consultor Emilio Bertoni, titular de la firma homónima, considera que un master es un salto cualitativo en la carrera y hay que evaluarlo como la oportunidad de adquirir herramientas y recursos de aplicación. "Creo que la competencia entre instituciones benefició la calidad de los programas", aclara.
Después del esfuerzo viene el premio. Así, quienes encaran una maestría, piensan que serán recompensados con un mejor puesto o remuneración. Pero las cosas no son tan fáciles: si se apostaron todas las fichas a un master, hay que recordar que el beneficio no siempre será directamente proporcional.

ROSA LONDRA
Informes: Rossana Scaricabarozzi


Cada vez son más las opciones para hacer una maestría son cada vez más. Y no todas las escuelas cumplen con la excelencia académica que pregona su publicidad. Por eso, antes de decidir, hay que considerar el prestigio de la institución y compararla, el cuerpo de profesores, la metodología de estudio y el perfil de los participantes y las empresas involucradas en los programas.
A Bertoni lo entusiasma el mix de profesores full time y dedicados parcialmente a la actividad empresaria que existen en los masters argentinos, aunque no recomienda hacer uno inmediatamente después de terminar la universidad: "es una peligrosa postergación de la vida escolar", advierte.

fuente: negocios.com.ar

Para qué sirve un máster? La oferta de MBAs es abundante, pero un análisis cuidadoso permite hacer la elección correcta y no crear falsas expectativas por parte de los alumnos.

Primero terminar la carrera de grado, después, el training en una empresa reconocida, por último, hacer un master. La secuencia todavía parece la llave del éxito laboral: el posgrado en Administración de Empresas o Negocios es lo que le falta al joven ejecutivo para descollar en su carrera. Y, si antes sólo lo lograban unos pocos con posibilidad de estudiar afuera, hoy la abundante oferta de maestrías locales hace que muchos más se ilusionen con la ecuación, que no siempre es correcta.
Masters sin trabajo o que no logran la retribución o el ascenso laboral deseados son, hoy, un hecho en el mercado de trabajo. La multitud de instituciones que ofrece este tipo de posgrados saben de esta realidad y muchas veces son cómplices de los deseos frustrados de muchos alumnos. Otras, más serias, colaboran con el candidato en evaluar los pros y los contras de una decisión que debe ser tomada a medida, ya que no existen recetas para la totalidad de los casos.
Las exigencias de un master tampoco deben ser desconsideradas al tomar la decisión. Las demandas en tiempo y en dinero -los programas van desde los 14 mil dólares hasta los 30 mil-, son ya altas, sin sumarse a la presión que hoy exige cualquier empresa del mercado a sus ejecutivos.
Para Enrique Herrscher, decano de la Escuela de Administración de IDEA, el peligro es que los masters se transformen en un commodity. En el Instituto evitan ese fenómeno gracias a que "mantenemos un estilo: estrecho contacto con el mundo empresario y un enfoque sistémico". Los datos que recogen entre sus alumnos son reveladores: mientras antes se hacía una maestría por status, hoy se toma la decisión para "sobrevivir en las organizaciones". Si se habla de resultados, "72 por ciento de nuestros egresados consiguió nuevas oportunidades", puntualiza Claudia Altieri, encargada de Marketing de la institución.
En el IAE disponen de dos tipos de MBA: el Executive para quienes tienen experiencia laboral y el full time, destinado a recién egresados de las universidades. "En el primero, la gente viene, en su mayoría, financiada por sus compañías en tiempo y dinero. Así, la empresa apuesta al crecimiento y desarrollo profesional de esa persona. El esfuerzo es compartido", explica Daphnee Mac Grath, directora de Salidas Profesionales.
En el caso del curso full time la apuesta es personal y con sólo un año de experiencia, "el promedio salarial anual obtenido por la primera promoción supera en más de 50 por ciento el valor total del programa, por lo que sería una inversión con retorno de corto plazo", cuenta Mac Grath.
Si bien el Instituto no hace un seguimiento de la carrera de sus alumnos, verifican el éxito de sus programas en el incremento de gente que envía cada empresa año tras año. Por otro lado, los primeros graduados del MBA full time "ya se han reinsertado laboralmente y han logrado mejorar sus posiciones así como también cambiar sus perfiles", según Mac Grath.

Con máster y sin trabajo
Flavio Asch (27 años) está satisfecho de haber concluido un master en Dirección de Empresas en el CEMA. "Fue fundamental para tener un mejor posicionamiento en el mercado", aclara, ahora a cargo de Supervisión de Importaciones y Exportaciones de Monsanto. "Pero conozco gente que ha hecho apuestas similares y está sin trabajo". Asch lo explica por la retracción del mercado laboral y porque quien pasó por las aulas del posgrado exige determinado nivel de remuneración. "Pero quedan fuera del mercado", concluye. En cambio, Carolina Hardoy (28 años), gerente de Nuevos Negocios de 3Com, piensa que no garantiza el ascenso laboral. "Sirve para complementar el perfil y estar preparado para subir".
"Ningún programa Master puede asegurar la continuidad laboral de una persona", asegura Mac Grath. "Es una herramienta más, pero de su perfil personal y de la demanda de puestos que exista en un determinado momento dependerá su reinserción laboral. Es así en todas partes del mundo". El hecho es que a ninguna escuela le hace gracia tener graduados sin empleo, porque allí entra en juego el prestigio académico.
La selección de ingresantes es clave para mantener el nivel del curso y además para prestigiar el master. Por eso, las escuelas eligen cuidadosamente a los alumnos. "Aunque no todas lo hacen verdaderamente", critica Herrscher. "Nosotros sí: no nos interesa maximizar la matrícula, si es en detrimento de la calidad. Somos duros en las entrevistas y el examen consta de 4 partes que evalúan cuatro profesores distintos". De todas maneras, en IDEA, además de aconsejar a algunos interesados a que busquen nuevos horizontes, sufren una "selección natural", que se da en los 3 primeros meses del curso, cuando algunos alumnos perciben que no podrán asumir las exigencias planteadas.
A la hora de decidir entre un programa en el exterior y uno local, hay que tener en cuenta que un programa local permite conocer más de cerca la dinámica de nuestros mercados. "La gente que se mantiene en la región se adapta rápidamente a la cultura organizacional y responde más efectivamente a las situaciones que se presentan", dice Mac Grath. También ayuda la red de contactos, desarrollada a través de largas horas de estudio, que refuerza las gestiones profesionales.
El consultor Emilio Bertoni, titular de la firma homónima, considera que un master es un salto cualitativo en la carrera y hay que evaluarlo como la oportunidad de adquirir herramientas y recursos de aplicación. "Creo que la competencia entre instituciones benefició la calidad de los programas", aclara.
Después del esfuerzo viene el premio. Así, quienes encaran una maestría, piensan que serán recompensados con un mejor puesto o remuneración. Pero las cosas no son tan fáciles: si se apostaron todas las fichas a un master, hay que recordar que el beneficio no siempre será directamente proporcional.

ROSA LONDRA
Informes: Rossana Scaricabarozzi


Cada vez son más las opciones para hacer una maestría son cada vez más. Y no todas las escuelas cumplen con la excelencia académica que pregona su publicidad. Por eso, antes de decidir, hay que considerar el prestigio de la institución y compararla, el cuerpo de profesores, la metodología de estudio y el perfil de los participantes y las empresas involucradas en los programas.
A Bertoni lo entusiasma el mix de profesores full time y dedicados parcialmente a la actividad empresaria que existen en los masters argentinos, aunque no recomienda hacer uno inmediatamente después de terminar la universidad: "es una peligrosa postergación de la vida escolar", advierte.

fuente: negocios.com.ar

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